En los últimos días estamos viendo que la hostelería de Zamora se muere. Establecimientos como Valbusenda Hotel Bodega & Spa, Wine Bistro o PUB 43 han sido algunos de los que últimamente no han podido más y han cerrado sus puertas.
Otros como Taberna el Cuzeo, Mise en Place, Sancho 2 y otros muchos, tratan de adaptarse para sobrevivir ofreciendo comida para llevar “take away”. El esfuerzo de estos establecimientos es titán, pues conlleva un mayor trabajo y un nuevo gasto para el envío de sus platos sin que hayan recibido ningún apoyo desde las administraciones. Eso sería un apoyo a la hostelería, aportar soluciones no poner palos en las ruedas para que se vean abocados al cierre.
Medidas que cambian de un día para otro o incluso de la mañana a la tarde hace que los establecimientos de hostelería no sepan y no puedan adaptarse a las restricciones que llegan cada día.
La clase política
Políticos que toman medidas más o menos acertadas y otros que simplemente llevan la contraria sin aportar soluciones y que serían capaces de decir que el “caballo blanco de Santiago es negro”, hacen de la clase política un rémora para la solución del problema del COVID-19.
Negacionistas, inconscientes, pasotas o simplemente ignorantes hacen que el esfuerzo de muchos se vaya al traste y paguen justos por pecadores. La hostelería se ve afectada de forma extraordinaria sin ser parte del problema.
Los datos vienen demostrando que los locales que cumplen las medidas no son foco de infección, sino los comportamientos incívicos de unos pocos que repercuten en la mayoría.
Botellones, cumpleaños y fiestas privadas, entre las que podemos incluir la “El Español” de Pedro J Ramírez con varios de los ministros y la cúpula de los partidos políticos son las que hacen daño a nuestra querida hostelería.
No podemos esperar que las soluciones lleguen desde la clase política, están enredados en su particular “juego de tronos”. Solo bajo la responsabilidad individual y colectiva de los ciudadanos podemos salir de esta situación.
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